Desarrollo Sustentable

¿Dinero o medio ambiente? Hablando de desarrollo sustentable

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Hablar de desarrollo sustentable en México siempre resulta interesante y, en muchos casos, decepcionante.

Es un hecho que somos uno de los países con mayor incidencia solar en el mundo y el déficit en el aprovechamiento del mismo es de llamar la atención; el costo de las tecnologías que permiten la generación de energía a partir de fuentes limpias y renovables es muy alto y en un gran porcentaje de los proyectos arquitectónicos resulta muy difícil incluir una partida de desarrollo sustentable.

El Gobierno Federal, a través de la reforma energética, al parecer está haciendo su parte o por lo menos eso reflejan los números y los pronósticos. Después de siglos de una dependencia absoluta en la generación de energía a partir de combustibles fósiles, al día de hoy, aproximadamente el 20% de la energía que se genera en el país proviene de fuentes limpias y según El Financiero para el año 2018 será el 25% y para el 2024 será el 35%, con la intención de contribuir con la reducción de emisiones de gas y el efecto invernadero de acuerdo a datos de la Ley de la Industria Eléctrica.

A nivel privado y en experiencia propia, el pronóstico no es tan promisorio y es que he visto cómo proyectos ambiciosos a nivel de especificación de criterios de autosustentabilidad páneles fotovoltaicos, captación y potabilización de agua pluvial, plantas de tratamiento de aguas residuales, entre otros se caen debido a que el cliente o los representantes del mismo no creen que es un buen negocio. En una ciudad en donde el servicio de electricidad y agua tienen precios de risa comparados con otras partes del mundo como España o Alemania, el retorno de inversión para estos equipos y tecnologías se convierte en algo francamente poco atractivo y, hasta que el cambio de mentalidad no se dé, un cambio de mentalidad en donde realmente se priorice al medio ambiente por encima de los beneficios económicos que sí son posibles a pesar de los costos antes mencionados—, entonces por más reforma energética y por más incentivos mediocres que se sugieran para convencer a la sociedad, no veremos un cambio significativo.

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© Marina Lohrbach – stock.adobe.com

El caso alemán

Desde el año 2000, el incremento de “cosecha” de energías renovables en Alemania ha crecido en más del 30% hacia el año 2014, gracias a políticas reales de compromiso con el medio ambiente obligando a las empresas a comprar, como prioridad, electricidad generada por fuentes renovables. Los alemanes han dejado de producir papa y ganado para producir energía solar en sus granjas y venderla a precios fijos durante 20 años, por lo que la “cosecha” solar se ha vuelto muy popular, no solo para consumo propio y bajar el recibo de luz mensual, sino incluso como una fuente de ingresos. El gobierno alemán financia los páneles, la gente los va pagando con energía limpia y, una vez pagados, el resto son utilidades y energía limpia para el país. Es un negocio redondo, además, el costo de las tecnologías para generar energías limpias ha bajado más del 50% desde el 2006 y esto permitirá aún más fácilmente que Alemania cumpla su meta de lograr que para el 2020 el 35% de la producción de energía sea mediante energías renovables y que para el año 2050 sea el 100%.

El contraste desgraciadamente es abismal y es que a pesar de que México ha ingresado a los primeros diez países con más inversión en la generación de energías limpias, cuatro mil millones de dólares según el informe de “Tendencias mundiales en las inversiones de Energía renovable 2016”, 104% más que el año anterior. Hace dos años el congreso aprobó la Ley de Transición Energética la cual, entre muchas cosas, tiene como meta el 35% de generación de energía a través de fuentes limpias para el año 2024 y para el año 2050 se pretende que ese porcentaje aumente al 60%.

Sobre el autor /

Oficina de arquitectura y diseño de iluminación integral que desarrolla todo tipo de proyectos en colaboración con destacados arquitectos y diseñadores. Nuestro trabajo se fundamenta en el uso de la iluminación como parte integral del diseño arquitectónico en la generación de atmósferas confortables desde el punto de vista estético, funcional y de ahorro energético.

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