La magia de la luz se multiplica cuando la aplicamos con conocimiento.
Se da por hecho que un arquitecto, un interiorista o en general un diseñador de espacios habitables conoce las propiedades lumínicas al igual que los efectos que ocasiona a los usuarios. A lo largo de mi vida trabajé de forma habitual con las cualidades de la luz natural, distinguiendo la orientación de mi habitación o la hora correcta para cerrar las persianas por la molesta contaminación lumínica que había en el exterior.
Procesamos la información de la luz no solo por medio de la vista, sino de la interacción del resto de los sentidos; es justo ahí donde podemos generar la poesía, la metáfora y, como dice Valère Novarina, «alguna cosa insospechada nos espera […] escuchar la oscuridad, ver por los oídos, descubrir de nuevo las preguntas de los niños».
Pasado el tiempo, y con la clara convicción de que la iluminación en nuestra vida diaria cobra una gran importancia, pienso de forma ineludible que, la educación que debemos inculcar a nuevas generaciones respecto a la luz va antecedida de la cultura que comienza a generarse a partir de los estudios especializados en iluminación interior-exterior y el desarrollo de buenos proyectos.
Cuando se habla de enseñanza o aprendizaje de las habilidades proyectuales durante la formación de profesionales del medio de la iluminación, ¿proyectar es una habilidad que se puede enseñar o proyectar es solo una experiencia que se comparte?
— Alejandro Aguilera y José Alejandro Ayilón.
Claro que se puede enseñar a proyectar, pero debe tenerse en consideración que se puede enseñar siempre y cuando no entendamos a la escuela como una simulación de la práctica. Como formadora de profesionales en el medio de la iluminación, sigo creyendo que el mejor reto que podemos tener es empoderar la figura del diseñador de iluminación, del ente multidisciplinario que entiende de espacio, entiende de luz y entiende al usuario.
La educación nos permite multiplicar nuestras habilidades.
El diseñador de iluminación tiene que tener una percepción aguda ante las cosas, del lugar, de la cultura. Para desarrollar estas percepciones tenemos que multiplicar nuestras habilidades y la mejor forma es la continua formación de creativos multidisciplinarios en el tema de la luz.
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Esta columna fue publicada originalmente en el libro INSIGHTS & INSPIRATION Vol. 2 en colaboración con Expo Lighting America.