La eficacia energética y el diseño de iluminación no están en lucha, tienen un objetivo en común: generar sistemas de iluminación dentro de un modelo de sustentabilidad energética.
Antoine Lavoisier, uno de los grandes precursores y pioneros de la química, dijo en uno de sus tratados que “la energía y la materia se conservan y solo se van transformando”. Esta, sin lugar a dudas, es la mejor expresión con la que podemos entender por qué hay productos de iluminación eficientes o ineficientes.
Cuando encendemos una lámpara, la energía eléctrica que fluye a través de los conductores se convierte en energía lumínica. Pero no toda esa energía que proviene de la acometida se convierte en luz, ya que habrá energía que se transformará en calor (efecto Joule), luz ultravioleta y luz infrarroja, dependiendo de la tecnología empleada. Por ejemplo, las lámparas incandescentes producen luz, pero la mayor cantidad de su energía se convierte en calor y luz infrarroja (casi un 90%).
Por lo tanto, la energía eléctrica que proviene de los conductores no se aprovecha en su totalidad o mayoría, pues solo el 10% es convertida en luz. Para esto, hay un término muy importante en iluminación que nos sirve para clasificar e identificar las fuentes de luz que aprovechan al máximo la energía eléctrica: la eficacia.
La eficacia es la cantidad de flujo luminoso emitido por una fuente luminosa, por cada watt consumido. Recordemos que el flujo luminoso es la energía radiante emitida por una fuente luminosa en un segundo, mientras que los watts son la energía necesaria para realizar un trabajo, en este caso producir luz. Por lo tanto, la eficacia es la medida que nos indica cuánta luz genera 1 watt de potencia.
Es ahí dónde nos empezamos a dar cuenta de las diferencias entre tecnologías, lo cual se resume básicamente en tener productos sustentables.
De acuerdo a la tabla anterior, la lámpara incandescente es un producto poco sustentable y esa es la principal razón por la que salió del mercado. Las lámparas de sodio siguen y seguirán siendo de las tecnologías más eficientes, dado que una lámpara de 250 W nos puede llegar a producir 32.000 lm, es decir que tiene una eficacia de 132 lm/W. ¿Su desventaja? Su pésima reproducción cromática (hasta 20%).
La sustentabilidad energética se basa en el aprovechamiento de los recursos con un fin principal: reducir las emisiones de CO2 así como la huella de carbono. Para lograr un sistema de iluminación o instalación sustentable se pueden utilizar lámparas de alta eficacia, lo cual inherentemente dará como resultado que se produzca la mayor cantidad de luz (lúmenes) con el menor consumo de energía (watts).
Muchos piensan que un buen diseño de iluminación no puede ser un sistema sustentable. ¡ERROR! Hoy en día tenemos muchas alternativas para poder iluminar un espacio y hacer que este sea confortable y agradable, que cumpla con los niveles mínimos de iluminación dictados por las normas, pero a la vez sea sustentable y eficiente; en este sentido, la tecnología LED no son la única solución, aunque sí la mejor.
En efecto, el LED es considerado el futuro de la industria, pero aún hoy en día los tubos T5 son mucho más eficaces y podemos colocarlos a grandes alturas, en cajillos u oficinas; lo mismo sucede con las lámparas de sodio de alta presión, aunque parece que no son muy utilizadas por su tonalidad amarillenta, no podemos negar que es una de las tecnologías más eficaces y por lo tanto más sustentable. Sin embargo, a pesar de tener tecnologías tradicionales muy eficaces, el LED lleva mucha ventaja.
Ni siquiera Thomas Alva Edison imaginó hasta dónde llegaría el uso de la luz eléctrica, que en la actualidad puede generar efectos, cambios de colores o formas e incluso ahorrar energía, teniendo como resultado un sistema sustentable pero que nos produce una luz agradable y que incluso nos permite generar ambientaciones y decoraciones.
La eficacia energética y el diseño de iluminación no pueden estar en lucha, siempre debe de haber un equilibrio entre ambas para al final tener un objetivo en común: generar un diseño o una ambientación que aproveche al máximo la energía eléctrica y que corresponda a un modelo de sustentabilidad energética.