¿La Estrella de Belén fue un evento celeste de explicación más científica que religiosa?
En un país donde aproximadamente el 85% de la población profesa la fe católica, es poco menos que imposible no celebrar la Navidad, y no es queja, también tiene sus cosas “buenas” pues es de las pocas fechas donde todos dejamos la báscula y el cinturón guardados para darle rienda suelta al paladar.
Esta celebración surge porque, según el Evangelio de Mateo, hace casi 2018 años tres Reyes Magos vieron salir por el oriente la Estrella de Belén, un astro que los guió hasta el lugar de nacimiento de Jesucristo. Según la tradición cristiana, estos tres sabios viajaron siguiendo a la estrella, la cual se detuvo en el lugar exacto del alumbramiento y en el cual estos reyes depositaron las ofrendas que llevaban para honrar al hijo de Dios.
Hoy entendemos muy bien lo improbable que es que una estrella se mueva por el firmamento y se detenga en un lugar con tanta precisión, pero me hace pensar en la importancia que ha tenido desde siempre la observación del cielo nocturno y del firmamento.
Es un hecho que, por casi 4000 años, la humanidad ha dedicado mucho tiempo a la observación y estudio de los astros. Por ejemplo, los sumerios distinguían claramente los objetos móviles (planetas) de los fijos (estrellas); los babilonios desarrollaron un preciso calendario lunar y podían predecir con exactitud algunos fenómenos astronómicos. Para los egipcios, el estudio astronómico fue fundamental, no solo en su calendario sino para el trazo urbano de sus plazas y edificios sobrados, la religión y rituales funerarios. La representación más antigua de un cielo nocturno que conocemos, se encuentra pintada en la parte inferior del sarcófago de Asiut y data de entre 2190 a.C y 2052 a. C. Los chinos, en su impecable precisión, dieron fe por primera vez de las manchas solares e hicieron algunos cálculos sobre el diámetro del Sol.
Por su parte, las culturas mesoamericanas entendían a la perfección el comportamiento de los astros, crearon calendarios basados en el ciclo de Venus, agrupaban los cuerpos celestes en constelaciones e incluso los mayas podían predecir eclipses solares y lunares.
Si bien, no hay un consenso sobre si la Estrella de Belén fue en realidad una ocultación de Júpiter detrás de la Luna, una Nova o algún otro evento celeste; o si fue en diciembre, en junio o en algún otro momento del año, es muy probable que haya sido observado desde muchos otros puntos de la tierra y haya tenido diferentes significados para cada una de las culturas que haya tenido registro del evento.
Aprovechemos estos días de fiesta para observar todos el mismo cielo desde diferentes puntos y abracémonos fuertemente a la distancia.