El ojo humano, responsable de que podamos ver todo lo que nos rodea, no funcionaría si no tuviera a su disposición un elemento muy importante: la luz.
Como ya bien sabrás, nosotros podemos ver todo lo que está a nuestro alrededor gracias al sentido de la vista, el cual tiene como órgano base el ojo. Este es el encargado de realizar elaborados procesos para que podamos ver, pero ¿cómo lo hace?
El proceso de la vista es posible gracias a la córnea, es decir, la envoltura traslúcida del ojo; el iris donde se encuentra la pupila, que al cerrarse y abrirse permite regular la cantidad de luz que se introduce en el ojo y el cristalino, una lente biconvexa que al ajustar su curvatura y su espesor nos permite enfocar los objetos que vemos de cerca o lejos.
De esta forma, se proyecta una imagen en la retina, la cual está formada por bastones —visión escotópica— encargados de detectar la luz y el movimiento y conos —visión fotópica— encargada de detectar los colores. Estos en conjunto convierten las señales eléctricas que son mandadas a través del nervio óptico al cerebro para que sean procesadas en la corteza visual.
Por su parte, la luz es una radiación que se propaga por el espacio en forma de ondas electromagnéticas. La parte visible de ellas es el espectro luminoso, ondas electromagnéticas que viajan en línea recta reflejándose en la materia con la que se encuentra, haciendo que podamos ver las cosas que nos rodean, ya que si estas no reflejaran la luz, no serían visibles para nosotros.
La luz se comporta de manera distinta dependiendo del medio en el que se encuentra y los objetos en los que se refleja. Cada objeto tiene entre sus cualidades físicas algunas diferencias al momento de interactuar con la luz:
- Transparencia. Los objetos transparentes permiten que la luz se propague en su interior en una misma dirección, de modo que vuelve a salir, así, se ven imágenes nítidas.
- Opacidad. Estos materiales absorben la luz o la reflejan, pero no permiten que los atraviese, por tanto, no se ven imágenes a través de ellos.
- Translucidez. Objetos que absorben o reflejan parcialmente la luz y permiten que se propague parte de ella, pero la difunden en distintas direcciones, por esta razón, no se ven imágenes nítidas a través de ellos.
- Color por reflexión. La mayor parte de los materiales pueden absorber ciertas ondas del espectro —es decir, colores— y reflejar otras. El color o los colores que reflejan son los que percibimos como el color del objeto. Por ejemplo, un cuerpo es amarillo porque absorbe todos los colores y sólo refleja las ondas amarillas. Un objeto es blanco cuando refleja todos los colores y negro cuando los absorbe todos. El color negro es perceptible gracias a que el material de los objetos refleja difusamente parte de la luz, de lo contrario no serían visibles.
De esta manera el ojo, no solo capta la forma de los objetos, sino también su color, gracias a que la luz se refleja en todo lo que encuentra a su paso.