La cultura visual es inherente al ser humano y ese es, precisamente, uno de los grandes retos de la iluminación: recrear espacios vivos. La gente siempre responde con entusiasmo a la belleza.
Dentro de cada país, cada ciudad, y cada icono histórico, podemos encontrar una fuentes de inspiración para crear ambientes mágicos.
Desde mi punto de vista, los diseños más simples, son los que llevan más trabajo y un sinfín de ideas atrás para lograr ese efecto maravilloso dentro de cada espacio, como decía Mies Van Der Rohe: “menos es más”.
La luz tiene un papel fundamental cuando se trata de recrear un momento histórico, por ejemplo, los palacios o iglesias iluminadas con temperaturas muy bajas, comúnmente conocida como “luz cálida”, a través de la cual logran transportarnos a diferentes épocas.
El papel de la luz no siempre debe de ser funcional, también puede ser estético.
Un buen ejemplo de la aplicación de luz para recrear un momento y lugar histórico, es la exhibición Lichtgrenze que se llevó a cabo en Alemania para conmemorar los 25 años de la caída del muro de Berlín. Consistió en la instalación de aproximadamente 8,000 globos de helio iluminados a lo largo de los 15 kilómetros, el objetivo fue mostrar a nuevas generaciones el lugar donde se encontraba el muro, así como brindar a los visitantes la oportunidad de tener una experiencia lumínica que generaba un espacio completamente distinto al que normalmente se observa en esa zona.
Estos globos fueron colocados sobre postes eléctricos y fueron soltados el día 9 de noviembre del 2014, alrededor de la hora cuando se anuncio el inicio de la caída del muro 25 años atrás.
Solo mediante una gran imaginación y un gran proceso de planificación puede evolucionar la luz dentro de la cultura de cualquier lugar y así poder convertirla en escenas dinámicas visibles desde lejos para poder convertir esa magia de la luz en luz para disfrutar.