Para ser precisos, hay que recordar que el color es el efecto de una interacción, la que se produce entre la luz y el contacto con algún material. Por lo tanto, el COLOR en términos objetivos es LUZ.
Cada vez que visito un área de trabajo nueva, ya sea una oficina privada o espacios de trabajo tipo coworking, una de las primeras ideas que siempre vienen a mi cabeza es que estos espacios se podrían aprovechar mejor sin poner en riesgo el confort, todo a través de potencializar de manera correcta la luz y el color.
¿Alguna vez han notado que después de ciertas horas de trabajo, nuestro estado de ánimo cambia y comenzamos a generar mucho más estrés? Todo esto puede ser efecto de una mala iluminación, la cual podría balancearse o contrarrestarse con el color.
El exceso y la ausencia de luz en un espacio de trabajo, así como el mal uso del color pueden poner en riesgo uno de los elementos más importantes en todo proyecto: el confort.
Para muestra, pongamos un sencillo ejemplo: ¿Es lo mismo una oficina con grandes ventanales, en donde se mezclan detalles de luz artificial y luz natural y se juega con los materiales y color, que una oficina sin luz natural, con excesos de luz artificial y materiales neutros?
La historia de amor entre la luz y el color no es nueva, pero tampoco se resume a una sencilla fórmula y, aunque a nivel espacial ambos nos permiten identificar usos, asignar jerarquías, potenciar el movimiento vertical u horizontal, crear circulaciones, remates visuales, personalizar espacios, otorgarles identidad y hasta darles otro discurso conceptual, también es importante saber combinarlos para darle otro sentido a los espacios arquitectónicos.
Aunque no existen fórmulas, si existen recomendaciones que podemos dejar claras para que la luz y el color potencien un espacio de oficina. Antes de elegir un color, debe ser probado en un espacio con luz natural y luz artificial, para asegurarse de que es el que queremos utilizar.
Por otra parte, definitivamente la orientación de la oficina juega el papel principal al momento de elegir los colores por eso, analizamos las cuatro orientaciones cardinales y esta es la conclusión:
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- Norte: En las oficinas con orientación norte la luz que incide es más fría y más limitada, por eso es mejor utilizar tonos claros y cálidos para compensar ese efecto que produce una luz natural pobre y, en lo posible, debemos evitar los tonos apagados como colores con una base gris, verde o azul y es mejor elegir los que tienen una base amarilla y roja.
- Sur: Las oficinas orientadas hacia el sur reciben una buena cantidad de luz natural durante el día en todas las estaciones del año. La luz que incide en estos espacios es mucho más cálida, por lo tanto favorece a cualquier color y, aunque la mayoría de colores funcionaría bien en este espacio, también es válido atreverse a usar los colores con base más fría, los azules y los verdes, incluso —en el afán de diseñar espacios más atrevidos— es posible incorporar tonos oscuros sin correr grandes riesgos que afecten al confort visual.
- Oriente: En estas oficinas hay luz natural y directa durante todo el año, desde el amanecer hasta el mediodía. Aquí los tonos claros ayudan a no perder la luminosidad a mitad del día, incluso en los meses con menos luz solar; son válidos todos los colores fríos y también lo son los cálidos, se puede combinar con algún tono más oscuro para crear contrastes interesantes y sin temor a que se genere un ambiente sombrío en el diseño, y así, los colores claros seguirán destacando aunque la luz cambie.
- Poniente: En estas oficinas la luz natural transgrede desde medio día hasta la puesta de sol. También sucede justo lo contrario que en el caso anterior, cuando atardece la luz es más cálida que durante la mañana, así que es posible seleccionar tonos fríos para las paredes y así contrarrestar un poco el efecto naranja-rojo que toman los colores con esta luz.