En la era de la sustentabilidad y la inteligencia artificial, ¿los arquitectos y diseñadores somos realmente responsables y conscientes a la hora de hacer diseño de iluminación?
El espíritu ecologista y salvador del mundo es uno de los estandartes con los que muchos arquitectos y diseñadores de iluminación se presentan ante la sociedad. Edificios que auto controlan su consumo y gestión de agua, el aprovechamiento de la luz natural, el uso óptimo del aire acondicionado y hasta cemento sin gluten: son algunas de las maravillas modernas con las que la arquitectura puede contar en estos días gracias a la inteligencia artificial.
Y no es cosa menor, en lugares como la Ciudad de México donde el abasto de agua es sumamente desigual y preocupante, diseñar edificios inteligentes que mejoren su consumo y desecho debe ser un imperativo. Para ello, certificaciones como LEED marcan la pauta en lo referente a la sustentabilidad en construcciones y el uso responsable de las energías y recursos.
En fechas recientes, el crecimiento de edificaciones en avenida Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, ha llamado la atención de todos los que nos dedicamos de alguna u otra manera a la arquitectura. Edificios que compiten por ser el más alto y el más ecológico se alzan en el horizonte urbano como un reto, no solo al suelo lacustre de nuestro valle, sino incluso a la paciencia de vecinos y usuarios que todos los días sobreviven en el ir y venir a sus casas y trabajos. lo que más ha llamado mi atención, por razones más que obvias, ha sido la iluminación de dichos espacios.
Sin duda, el LED ha ido ganando la batalla en iluminación de oficinas frente al, todavía eficiente, tubo fluorescente T5, no solo porque ha mejorado su eficiencia y control óptico, también por la facilidad de integrarlo a sistemas de automatización para edificios inteligentes.
Y justo lo que considero no tan inteligente en esta oleada de inteligencia artificial, es la manera en que se decide el uso de la iluminación por la noche.
Es notable que buena parte de los edificios tienen las luces del interior encendidas durante toda la noche en todos los pisos, como si la intención ecológica del diseño se limitara a la utilización diurna del inmueble y se dejaran de lado los momentos en los que los edificios no están en uso.
Me pregunto cuáles limitantes podría tener un diseño de iluminación para no apagar la luz cuando no se utiliza.
Y esto lo digo, no solo pensando en la eficiencia que un edificio de este tipo debe cumplir para lograr certificaciones de eficiencia, también por la responsabilidad que como diseñadores tenemos de aplicar la luz adecuadamente, el aprovechamiento eficiente de la energía y el cuidado de los cielos nocturnos. Sería grandioso que como diseñadores tomáramos la responsabilidad de proyectar la luz en los momentos y lugares adecuados, sin desperdicios ni pretensiones.