Probablemente las primeras personas que se dieron el tiempo para reflexionar sobre la luz llegaron a la conclusión de que ésta es instantánea. Uno de los fenómenos naturales que pudieron inspirar tal reflexión pudo ser la luz de los rayos durante una tormenta. La diferencia entre el trueno y el relámpago, deja ver que hay un retraso del primero conforme aumenta la distancia a la que se observa, podía tomarse como evidencia de la velocidad “instantánea” de la luz.
Hoy sabemos que podemos ver luz de distintos cuerpos celestes, que está viajando por el universo a distancias inimaginables y que tarda miles de años antes de llegar a nuestros ojos.
La luz viaja en el vacío a una velocidad de 299,792.458 km/s aunque para usos prácticos se redondea a 300,000 km/s. La diferencia es de tan solo 207.542 kilómetros, aproximadamente la distancia que hay entre de las ciudades de México y Morelia, una distancia insignificante en la escala espacial.
De hecho, hablar de 300 mil kilómetros es una escala que rebasa a la Tierra. Si viajáramos alrededor del planeta a la velocidad de la luz podríamos dar casi 8 vueltas en un segundo. La luz del Sol tarda unos 499 segundos en llegar a la Tierra, más o menos 8 minutos y 19 segundos; bastante rápido comparado con las 4 horas 10 minutos y 20 segundos que tarda en recorrer la distancia entre el Sol y Neptuno, el planeta más lejano a él, poco menos de lo que puede durar un vuelo comercial entre México y Colombia.
Las distancias entre los cuerpos celestes es tan grande que se hacen necesarias otras unidades de medida como el año luz, que es la distancia que recorre la luz en un año, algo así como 9,460,730,472,580.8 km, una distancia tan enorme que resulta un tanto complicado asimilar, y sin embargo, el sistema planetario vecino más próximo es el de Alfa Centauri, a 4.37 años luz de distancia (41.3 mil millones de kilómetros), una mínima fracción de los 150 mil años luz necesarios para recorrer el diámetro de la Vía Láctea, la galaxia en donde se encuentra el Sol.
Imaginar que cuando nos asomamos al cielo nocturno y pensamos en que la luz ha recorrido distancias tan grandes a través del Universo y aún así llega con la intensidad suficiente para poder observarla a simple vista y que estemos en el lugar adecuado para admirarla es una bella y afortunada coincidencia. Es un viaje en el tiempo al que podemos tener acceso sin mayor dificultad.
Si reflexionamos sobre la luz y el tiempo de su viaje, podemos darnos cuenta de que ninguna de las luces en el cielo está realmente donde las vemos, lo que llega a nuestros ojos son tenues fantasmas de lo que alguna vez fueron.
Fuente de imagen:Warp speed (Lombardia, Italia) Riccardo Palazzani / © CC – (Riccardo Palazzani en Flickr.com) 2014
WM-Retro-Two-Colour-Full. West McGowan / © CC – (west.m en Flickr.com) 2011
Delta IV Launch (Florida, E.U.) Jen Scheer / © CC – (Flying Jenny en Flickr.com) 2010