El diseño de iluminación escénica parece ser una profesión concebida entre dualidades: glamorosa y no tan glamorosa, muy imaginativa y a la vez altamente realista, pero ¿qué es exactamente?
Soy una MUY entusiasta y joven diseñadora de iluminación escénica, enamorada de mi profesión de la cual hablo todo el día, estudio y constantemente pienso en los por qué, para qué y cómo en la más amplia expresión de la palabra, pero exactamente, ¿qué es lo que hago?
Esta es una pregunta que escucho con bastante frecuencia en cenas, en fiestas, con la desconocida con la que platico mientras espero mi café, incluso mis familiares la hacen cuando orgullosamente digo: soy diseñadora de iluminación, o bueno, escenógrafa, término que creo que resume todas mis labores en el campo escénico.
Platicando y preguntando con mi maestro y con algunos amigos y colegas, no solo diseñadores, también directores, actores, dramaturgos, pude sacar algunas conclusiones más generales que van más allá de mi propia experiencia y pensamiento sobre la iluminación escénica. Existe una parte artística y una parte técnica. La técnica es la parte en la que todos, sin excepción, estamos de acuerdo. Pero, ¿qué nos lleva a la parte técnica? ¿Existe una parte artística? ¿Qué la define?
En diseño de iluminación se estudia el comportamiento de la luz, que a su vez, posee principios básicos imposibles de ignorar: intensidad, color, movimiento, dirección.
“La labor del diseñador consiste en revelar la forma de los objetos, componer estéticamente en el espacio y construyendo las atmósferas y emociones de la obra.” Dice mi maestro y amigo Gabriel Pascal. Otros compañeros, me dicen que la labor del diseñador de iluminación es generar imagen, crear un diálogo a partir de la luz.
Estoy de acuerdo con todos. La labor del iluminador consiste en generar la habilidad de concebir una visión. En palabras de Richard Pilbrow, “living light for living people”. Es la capacidad creativa y práctica de convertir, a partir de la luz, una visión en realidad. Esa visión puede ser un discurso, un momento, una hora del día ó hasta un sueño. Por supuesto, todo tiene que ser organizado. Tiene que haber trabajo de mesa, investigación, bocetos, planos —planta, cortes y alzados—, planeación y decisiones que llevan una buena cantidad de tiempo y dedicación, pero en realidad toda esta es la parte técnica y práctica para poder realizar la parte artística.
El teatro, por llamar de una forma al espacio escénico que habitamos para dar vida a un espectáculo, demanda trabajo en equipo, compromiso y cooperación. El diseñador necesita de mucha dedicación y observación. Diálogo con los creativos, director, vestuarista, escenógrafo, técnicos, actores y demás hacedores y partícipes de la escena. Capacidad para generar, concebir ó conseguir más tiempo. A veces en condiciones ideales, otras en unas muy poco razonables.
Todas estas actividades encaminadas para llegar a la tercera llamada. Me gustaría decir que desde la primera estamos listos, pero la adrenalina con la que se vive cada función depende de muchas circunstancias y detalles.
La escena es un elemento vivo, por ende, también la luz.
Así que, siempre habrá algo que se puede ajustar con el probable riesgo de nunca terminar. Eso ya es una decisión para un reto personal.