Mucha luz o poca luz es algo muy relativo al sentido de la vista; lo que para ti puede parecer un día soleado, puede ser un ambiente cegador para criaturas del fondo del océano.
Los seres vivos que tienen ojos, se han adaptado a diferentes condiciones de luz dependiendo de sus actividades como la alimentación o la evasión de depredadores. Es por eso que los animales que cazan de noche ven mejor en condiciones que nosotros consideramos como poca luz. Otros animales que, como nosotros, tienen su periodo de mayor actividad durante las horas diurnas, perciben mejor con la presencia de luz solar.
Nuestro entorno luce muy diferente si está expuesto a la luz del Sol o sólo a la de la Luna y las estrellas, y aunque ya hemos dejado de depender de la luz solar para realizar muchas actividades cotidianas, nuestra vista sigue siendo sensible a ciertos niveles de iluminación.
No es la misma cantidad de luz la que necesitas para leer que para encontrar el camino a casa durante la noche.
Para realizar una actividad como la lectura en medios impresos es necesario que fijes tu vista en un punto determinado y reconocer el contraste entre objeto y fondo, entendiendo el objeto como los caracteres y el fondo como el “papel” o el medio en el que está impreso.
Hay gente dedicada a estudiar la cantidad de luz que necesitamos para realizar determinadas actividades y a establecer los niveles mínimos de iluminación necesarios para llevarlas a cabo.
Para realizar una actividad como andar por un camino, sólo es necesario ubicar y reconocer los objetos alrededor para tomar una decisión sobre la dirección que seguiremos y esquivar cualquier obstáculo; no hace falta distinguir detalles precisos del entorno.
El sentido de la vista cuenta con dos diferentes tipos de células receptoras de luz: los conos y los bastones para reconocer el entorno y objetos particulares en diferentes condiciones de iluminación, lo que se conoce como visión fotópica y visión escotópica.
La visión fotópica, percibida por los conos, nos permite captar los objetos con los niveles de iluminación altos, como los que hay durante las horas diurnas. Por su parte la visión escotópica nos permite percibir, por medio de los bastones, los niveles de iluminación bajos cuando no hay suficiente luz para estimular a los conos.
Hay una gran diferencia entre la visión fotópica y escotópica: el color.
Con altos niveles de iluminación (cuando funcionan los conos) es más fácil distinguir los colores; mientras que con niveles de iluminación bajos (cuando funcionan los bastones) es difícil distinguir el color y los detalles de los objetos.
Los bastones son más sensibles a la luz cercana y los tonos azules, el tipo de luz de mayor energía, con longitud de onda más corta aunque la percepción es monocromática, más parecido a una foto en blanco y negro.
Este es un tema muy conocido por los iluminadores teatrales, que saben que hay un tiempo determinado para pasar de la visión fotópica a la escotópica y han aprendido a usarlo planificadamente para sorprendernos y manipular nuestras emociones.
En temas más cercanos a la ingeniería, la cantidad de luz es un argumento muy importante durante el diseño de un proyecto de iluminación, sobre todo cuando se trata de espacios dedicados a la optimización de recursos, lo cual queda claro al revisar las normas incluidas en la Norma Oficial Mexicana (NOM) o el Reglamento de Construcciones del Distrito Federal, entre otras.
En un próximo artículo dedicaremos más espacio a este tema tan importante en la seguridad laboral.