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El camino cruzado del arte y la luz | Parte II

Continuando de la primera parte y apartándonos un poco del mundo de la pintura…

La electricidad supuso el impulso definitivo para una de las manifestaciones artísticas más recientes: el cine. Y no solo por la aplicación a las linternas de proyección, sino por la evolución en la técnica de los iluminadores.

Al principio las películas utilizadas tenían una sensibilidad muy baja y las fuentes de luz no eran tan potentes, lo que obligaba a los técnicos de iluminación a utilizar múltiples proyectores para imitar, por ejemplo, la luz de una simple vela sostenida por un actor. Esto obligaba a que los movimientos de los actores estuvieran muy acotados, la creatividad era esclava de la tecnología; paulatinamente la técnica fue permitiendo a los directores hacer volar su imaginación, hasta crear las producciones, aparentemente sin límites que disfrutamos en la actualidad.

Fotograma de “La Bella y la Bestia” (1946) de Jean Cocteau.

La luz como objeto de arte.

Y así, poco a poco, arte y tecnología fueron caminando de la mano; hasta que en el siglo XX la luz se convierte en el objeto del arte en sí. En la segunda mitad del siglo XX, Dan Flavin comienza a experimentar con esculturas lumínicas utilizando tubos fluorescentes, que usa como elemento de contemplación y una manera de intervenir el espacio.

“Site-sspecific” (1996) Dan Flavin.

Estas investigaciones sobre luz, espacio y sensaciones continúan en los trabajos de artistas e investigadores como James Turrel, que desarrolla sus obra en torno a varios ejes: la percepción alterada de la geometría espacial (aplanando espacios tridimensionales, en obras como Light Projections), los niveles mínimos de percepción (Dark Spaces), etc.

Mientras que algunos artistas, como Mauricio Nannucci u Olafur Eliasson, prefieren explorar el poder de la luz interactuando con otros elementos como música o niebla.

“The Essence Behind the Light” (2013) de Mauricio Nannucci.

“The Weather” (2003) de Olafur Eliasson.

Recientemente en México, tuvimos la oportunidad de visitar la instalación de The Mirror Room donde la artista japonesa Yayoi Kusama, jugaba con nuestra percepción en una habitación oscura cubierta de espejos y láminas de agua, con un sinfín de puntos luminosos a modo de luciérnagas multicolores, que se reflejaban una y otra vez, alterando las referencias espaciales y obligando al espectador a perderse en un universo de luz y oscuridad.

“The Mirror Room” (2011) de Yayoi Kusama.

La evolución tecnológica continúa revolucionando el arte y la sociedad. La última aportación tiene que ver con el paso de la iluminación estática a la iluminación digital: Luz en movimiento que comunica, permitiendo cambios en tiempo real, e interactuando con el espectador y el espacio urbano. Algunas de estas instalaciones son Affinity de Claudia Paz, o BrummRuum de David Torres y Artec3.

“Affinity” (2014) de Claudia Paz.

“BrummRuum” (2013) de David Torres y Artec3

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