Llegamos a la última parte de esta serie después de hablar en una primera parte acerca de la forma de relacionarnos con nuestro entorno y en otra segunda parte sobre los cambios en la luz natural relacionados con la ubicación geográfica.
Regresando a la iluminación de los espacios interiores, William M. C. Lam en los años 70, diferencia los requerimientos de una instalación de iluminación entre “necesidades relacionadas con la actividad” (iluminación cuantitativa), y “necesidades biológicas” (iluminación cualitativa). Entre estas “necesidades biológicas” se nombran la necesidad de: orientación, comprensión y comunicación.
En primer lugar deberíamos satisfacer la necesidad de comprensión de un espacio: es necesario proporcionar una iluminación que tenga el suficiente alcance para poder visualizar el área que abarcamos visualmente, de forma que no existan ángulos oscuros que generen incertidumbre. Al mismo tiempo que regula una luminosidad excesiva que ciega al usuario por unos instantes. Habla por tanto de una uniformidad suficiente, para no generar deslumbramientos y fatiga visual, pero no absoluta que aplanaría el espacio y le restaría jerarquía.
La necesidad de comunicación reflexiona sobre el nivel de privacidad que la iluminación debe aportar a cada espacio favoreciendo, o no, la relación entre usuarios.
Por último, una iluminación basada en la jerarquía del espacio, con puntos que focalizan la atención en áreas relevantes como son las entradas, salidas o puntos de información, ayudan al bienestar visual satisfaciendo la necesidad de orientación: facilitan la circulación y el uso de ese espacio.
Lam también se refiere a la contextualización, de forma que la iluminación artificial de un espacio debería estar en sintonía con la información que nos aporta el entorno: franja horaria, información meteorológica, … es el tipo de iluminación opuesta al que solemos tener en grandes espacios públicos, que nos aíslan del entorno que nos rodea como ocurre en aeropuertos, centros comerciales o grandes edificios corporativos, donde la iluminación es constante e impersonal, y pasado un tiempo nos provoca una sensación de pérdida de noción temporal.
Una vez más vemos la necesidad de referenciar la iluminación artificial con el contexto sociocultural, apoyando esa relación del usuario con el espacio geográfico dónde este se encuentra.
Es posible que, en algún caso concreto, la intención de la planificación del espacio arquitectónico sea generar esa ruptura y aislamiento con su entorno, sin embargo esta, siempre debería ser una decisión meditada e intencional, y no fruto de una decisión mecánica respecto al diseño de iluminación.
Fotografía:
DSC_6241 (Berlín, Alemania) Hans Veneman © CC – (veneman en Flickr.com) 2015
Estacao da Luz/The Light Station – Sao Paulo (Sao Paulo, Brasil) Scott Ogle © CC – (scogle en Flickr.com) 2009
The dreamer. Xava du © CC – (7933170@N03 en Flickr.com) 2008